domingo, 26 de febrero de 2017

LA BONDAD, LA MÁS BELLA...

Emily Dickinson (Amherst, 1830 - id., 1886) Poetisa estadounidense cuya obra, por su especial sensibilidad, misterio y profundidad, ha sido celebrada como una de las más grandes de habla inglesa de todos los tiempos. 
Su padre, miembro del Congreso y tesorero del Amherst College, fue un abogado culto y austero, según el estilo burgués de Nueva Inglaterra. Dickinson estudió en la Academia de Amherst y en el seminario Femenino de Mount Holyoke, en Massachussets, donde recibió una rígida educación calvinista que dejó huellas en su personalidad y a la que se enfrentaría con su carácter escéptico.
Sus primeros poemas fueron convencionales, según el estilo corriente de la poesía en esos momentos, pero ya a comienzos de 1860 escribió versos más experimentales, sobre todo en lo que respecta al lenguaje y a los elementos prosódicos. Su escritura se volvió melódica y a la vez precisa, despojada de palabras superfluas y exploradora de nuevos ritmos, unas veces lentos y otras veloces, según el momento y la intención y no como un patrón rígido, como era usual. Su poesía devino intelectual y meditativa, sin que esto supusiera una merma de su sensibilidad.


En ambos poemas podemos ver que Emily se refiere de una forma poco directa a la bondad. Esto sobre todo pasa en el segundo. 

En el primero exterioriza que le gusta ayudar a quien lo necesite y que es lo que la hace feliz, como podemos ver en "no habré vivido en vano" en el que hace hincapié por su importancia y que si no, su vida no tendría sentido alguno.

En el segundo es algo más difícil de entender. Cuando habla de la belleza podemos entenderlo de dos maneras distintas. Una persona puede ser bella por fuera, pero también por dentro. Esto lo decimos refiriéndonos a que la persona a la que nos referimos es buena, amable y sinónimos parecidos. Y dice también que la verdad y la bondad no son tan diferentes entre si.



A mi parecer la bondad es algo muy importante. Porque la gente no siempre se encuentra en un buen momento  y un simple acto de bondad, aunque sea de un desconocido, puede hacerle sentir infinitamente mejor.

Y no solo eso, creo que te sientes mejor contigo mismo cuando sabes que has hecho algo bueno por otras personas.



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